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6/02/2008
EL CONTEXTO DEL ESTUDIANTE ACTUAL
Por: Abigail José Vera

El reflexionar sobre el contexto del estudiante actual, nos lleva a plantearnos la pregunta de qué es ser estudiante, pero para ser más concretos este análisis se basa más en lo que es ser un estudiante universitario y en sí qué es universidad. Ramírez (2003) nos da una definición de lo que en la época moderna, quiere decir la palabra “universidad” y menciona que: “Es la comprensión de la totalidad del saber y que al mismo tiempo hace referencia a una institución encargada de impartir educación superior y de posgrado para acceder a cualquier rama del conocimiento. Es donde se origina y concentra gran cantidad de expresiones artísticas, científicas y culturales de una sociedad, que sirven para su conservación, autorreferencia y progreso.”

De acuerdo con esta definición la Universidad se puede considerar como el conjunto o más allá de la totalidad de conocimientos que se imparte en una institución pero que se generalizan hasta el saber de toda una sociedad; es decir, que aquellos conocimientos que surgen de la sociedad y se imparten a la misma para su progreso, es más allá de esos conocimientos particulares y de los individuos que la componen y aún así, considero que tanto la universidad como institución determina al estudiante, como el estudiante le va dando forma a la universidad, con nuevas aportaciones, creando una interacción.
También al hablar del contexto del estudiante universitario, es necesario reflexionar sobre ese grupo de jóvenes que forman la Universidad, jóvenes que tienen no sólo la capacidad sino la oportunidad de estudiar, y quiero resaltar en esta parte la oportunidad, ya que no todos cuentan con los recursos para continuar con sus estudios, al menos no hasta nivel superior, ya que con muchos esfuerzos logran apenas satisfacer sus necesidades básicas o tienen que trabajar para satisfacerlas y les queda muy poco tiempo y dinero para su educación, esta es una situación en la que se le ha negado a una parte de la sociedad la posibilidad de preparación y la educación se vuelve un privilegio y ya no un derecho y es aquí donde se puede ver la influencia de la sociedad en el estudiante, pues al no permitirle el acceso a la educación, están determinando de cierta manera su futuro profesional e incluso su forma de reaccionar ante la misma, ya que por lo mismo cada año, los estudiantes rechazados han realizado manifestaciones como respuesta a ese rechazo no sólo por no haber obtenido un puntaje determinado, sino por no tener la posibilidad de pagar una universidad privada, a la cual también sólo algunos privilegiados tienen acceso.
Ramírez (2003) menciona que “a través del examen de ingreso, se realiza un estudio socioeconómico a los aspirantes mediante el cual las autoridades establecen criterios para aceptar a los alumnos, cuyas familias obtengan ingresos suficientes, para poder pagar cuotas de inscripción y otros servicios; esto se convierte así en un filtro más para la exclusión de los alumnos más pobres”.
Así mismo, Corder (2000), menciona: “Respecto a los niveles educativos de los jóvenes, en 1995, de acuerdo con los datos de la Encuesta Nacional de Empleo, 80.2% contaba sólo con estudios de primaria y secundaria, 39.7 y 40.5 por ciento, respectivamente. Los menores porcentajes se presentaban en orden decreciente para bachillerato, licenciatura y sin instrucción, con 12.1, 4.7 y 3 por ciento en ese mismo orden. El 50.1% de los jóvenes se encontraban fuera del sistema educativo y 49.9% continuaba estudiando, aunque cabe anotar que dichos datos estaban referidos al grupo de población entre 12 y 24 años“.
“…sólo 14 de cada cien jóvenes en edad de estudiar en los niveles medio superior y superior están matriculados en una institución de educación superior, donde el promedio de escolaridad es de cuatro años (siete en entidades como el DF), donde existen 41 millones de analfabetas, etcétera, es imprescindible la existencia de una educación pública y gratuita de calidad en todos los niveles con el propósito de aminorar esas desigualdades” (Ramírez, 2003).

En esto han jugado un importante papel Universidades como la Universidad Nacional Autónoma de México que permiten una mayor accesibilidad al conocimiento por parte de muchos jóvenes que no cuentan con los recursos para estudiar el nivel superior, sin embargo el esfuerzo por parte de esta institución ha sido grande, pues se ha tenido que enfrentar a un gobierno neoliberal y burocrático que como se puede observar busca fines contrarios a los de ésta institución, aspectos como la competencia, la antidemocracia, privatización y el que provoquen que el estudiar sea privilegio y no un derecho.
Retomando y de acuerdo con Ramírez (2003) que con respeto a esto dice: “Es inconcebible que en México se prefiera gastar millones de pesos en realizar elecciones para legitimar a los grupos en el poder que responden a intereses oligarcas de los capitales nacional y extranjero; en reforzar la ‘seguridad nacional’ a través de un mayor presupuesto a la Secretaría de la Defensa Nacional, a la Marina e incluso creando una Policía Federal Preventiva, con el claro objetivo de reprimir a todo aquel que se atreva a cuestionar o poner en duda el régimen; en rescatar con recursos públicos a banqueros corruptos; y en destinar una gran cantidad de recursos públicos al pago de la deuda, que invertir en educación que es una de las condiciones necesarias para el desarrollo de un país como el nuestro”.
Otro aspecto es que en el pasado reciente se supuso que era posible alcanzar un cierto ajuste entre la formación y el ejercicio profesional, adjudicándole a las universidades el papel de formación de recursos humanos para el desarrollo; sin embargo, se aprecia cada vez más una mayor escisión entre ambos mundos, que los altibajos y la polarización de la oferta laboral han acentuado sensiblemente. Actualmente, parece imponerse la concepción de que la educación debería orientarse al desarrollo de las habilidades generales, necesarias en un mundo productivo heterogéneo y sujeto a permanentes cambios tecnológicos. Hoy, el trabajo es diferenciado y exige una mayor especialización, que antes se adquiría en el ejercicio cotidiano del empleo (Corder, 2000).
Lo anteriormente mencionado es otro aspecto importante en el que la sociedad sigue influyendo en el estudiante, no sólo hay dificultades para ingresar a una universidad, sino posteriormente, al salir, se presenta la dificultad de acceder a una institución para trabajar y comúnmente las grandes empresas eligen a estudiantes, ya sea técnicos, porque así les pagan menos, o que vienen de escuelas privadas, que consideran que son mejores (en algunos casos) y siguen teniendo las oportunidades sólo los que desde un principio fueron privilegiados o tuvieron los recursos necesarios, pues son ellos los que posteriormente también tienen la oportunidad de desarrollar la tecnología que esta en sus manos y que sólo la usan para su propio beneficio.
Anteriormente el conocimiento se usó para el desarrollo de la tecnología con el fin de beneficiar a la sociedad; sin embargo, hoy en día sólo se benefician algunos grupos privilegiados que tienen acceso al conocimiento y una vez que tienen ese poder se olvidan de valores como la solidaridad y
olvidan la sociedad a la cual pertenecen.
Además de lo anterior habrá que hacer frente al problema del rezago escolar básico, esto es, el de la población con estudios de educación básica incompleta que, de mantener las tendencias registradas, alcanzará los 36.8 millones para el año 2010; es decir, 46.3% de la población de 18 a 29 años. Ello evidencia la urgente necesidad de establecer, lo antes posible, las condiciones que permitan la incorporación y participación productiva de ese grupo de la población. En los años sesenta se incorporaban al mercado de trabajo alrededor de 340 000 personas anualmente; para los años ochenta esa cifra promediaba ya los 830 000, en el año 2000 se estimaba que aproximadamente 1 100 000 jóvenes tocaban las puertas de los mercados de trabajo cada año. Dicha problemática, por su sola dimensión, constituye uno de los retos principales de la modernización mexicana (Corder, 2000).
Con respecto a lo anterior quiero retomar lo que dice Gramsci: “ … no puede significar únicamente que un peón se convierta en obrero calificado sino que todo ‘ciudadano’ pueda llegar a ser ‘gobernante’ y que la sociedad lo ponga, aunque sea ‘abstractamente’, en condiciones generales de poder serlo: la democracia política tiende a hacer coincidir a los gobernantes con los gobernados (en el sentido de gobierno con el consentimiento de los gobernados) asegurando a todos los gobernados el aprendizaje gratuito de las aptitudes y de la preparación técnica general, necesarias para esa finalidad” (citado en Tedesco, 1984).
Por otra parte, en cuanto al desarrollo de la universidad, Ramírez (2003) nos habla de cómo surgió la Universidad en Europa y su desarrollo a lo largo de la historia, mencionando “que las universidades medievales alcanzaron su máximo desarrollo en el siglo XIII y estuvieron estrechamente ligadas al Papa o al Emperador, según quien predomina en la época”

Consideró que hoy en día sigue siendo lo mismo, las Universidades están estrechamente ligadas a aquellos que dominan o tienen el poder, a aquella minoría privilegiada. La universidad es, podríamos decir; “una institución del pueblo, de la sociedad”, ya que, aunque estos la componen, no es la totalidad y tampoco son ellos los que la manejan, por lo menos no libremente. Aunque en varias ocasiones se ha intentado romper con esta tradición y quitarla del poder; por ejemplo, del clero, sólo ha sido un cambio de manos ya que pasa de estar en el poder de un grupo al poder de otro, del poder del clero al poder del Estado y del mercado, y se sigue manteniendo y fortaleciendo la burocracia, lo cual tal vez no se note a simple vista porque aunque se puede decir que la Universidad sigue siendo Autónoma, contemplando a la Autonomía como “rasgo principal de la universidad pública… como la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí misma” según el artículo 3o constitucional . De acuerdo con Ramírez (2003), “una institución que goza de autonomía dentro de un Estado tiene la capacidad para determinar cual es la forma de organización más conveniente y que contribuya a la consecución de sus fines”. Sin embargo se han ejercido presiones por parte de las instituciones privadas, manipulado con los recursos que le proporcionan y buscando la privatización, contra lo cual muchos han luchado; sin embargo, se les ha reprimido y dejado en mal, argumentando que no es buena la educación que se imparte en esas instituciones públicas y exigiendo cuentas, a lo cual a veces la sociedad ignorante de la realidad que sólo se deja llevar por los medios de comunicación, se conforma con criticar sin analizar y por lo mismo no tiene argumentos para proponer; pero qué se puede esperar de una sociedad que no esta preparada, una sociedad que no tiene la posibilidad de estudiar y que la única información a la que tiene acceso es a la que se transmite por los medios de comunicación o a aquella información a la que sólo le permiten tener acceso las autoridades.
Alvarado, J. L. y Garrido, A. (2003) hablan sobre los estudios realizados por Katz y Lazarsfeld con respecto a la comunicación persuasiva y sobre los efectos de los medios de comunicación, los cuales mencionan, no son directos, sino que se encuentran mediatizados por las relaciones sociales y por nuestra pertenencia a diferentes grupos; los mensajes no son recibidos de igual forma por todos. No es recibido de la misma manera, el mensaje que intentan transmitir los medios de comunicación, por un universitario que por una persona que no esta preparada o que pertenece a un grupo excluido del derecho a la educación. El control ideológico y cultural también es fundamental para conservar el actual modelo de explotación capitalista, de ahí que los gobiernos ejerzan gran influencia y manipulación sobre los medios masivos de comunicación y sobre el sistema educativo y cultural. Para el caso de las universidades públicas, el intento por controlarlas y hacerlas funcionales a los intereses del capital se ha acelerado, entre otras cosas, porque en ellas existe la posibilidad teórica de criticar el modelo actual e inclusive reemplazarlo

por otro que responda más a los intereses de los sectores más desprotegidos de la sociedad. En este sentido es como se inicia el desmantelamiento de la universidad pública, con el fin de que dejen de ser espacios críticos y generadores de conciencia social y sólo se conviertan en reproductores y legitimadores del sistema (Ramirez, 2003).
Todo lo anterior comenzó en los gobiernos neoliberales que a partir de Miguel de la Madrid y hasta nuestros días vinieron a afectar a la universidad pública, intertocando las características que la definen como una institución pública; autonomía, gratuidad y su compromiso social, y que llevaron a cabo basándose en el desprestigio de la educación pública.

Con respecto al neoliberalismo Perry Anderson (2003) menciona; “Ahora bien, ¿qué hicieron en la práctica los gobiernos neoliberales del periodo? El modelo inglés fue al mismo tiempo, el pionero y el más puro. Los gobiernos Thatcher contrajeron la emisión monetaria, elevaron las tasas de interés, bajaron drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolieron los controles sobre los flujos financieros, crearon niveles de desempleo masivos, aplastaron huelgas, propusieron una nueva legislación antisindical y cortaron los gastos sociales. Y finalmente esa fue una medida sorprendentemente tardía, se lanzaron amplios programas de privatización, comenzando con la vivienda pública y pasando enseguida a industrias básicas como el acero, la electricidad, el petróleo, el gas y el agua”.
Y al pretender privatizar las universidades públicas lo único que se puede lograr es más desigualdad en la sociedad, ya que si ahora no todos tienen la posibilidad de acceder a la universidad, si ésta se privatiza no sólo no podrían acceder todos, por los mayores costos económicos que implicaría el estudiar, sino que los que accedieran tendrían restringida la educación en el aspecto de la libertad, la autonomía y la democracia. Sin embargo aunque la Universidad cuenta con las características, sino en la totalidad, sí en su mayoría de una institución pública, no muchos valoran o aprovechan esos recursos, tal vez ni los conocen y sin embargo se llaman estudiantes universitarios, sólo por el hecho de pertenecer a ese grupo de jóvenes que tuvieron la oportunidad y a veces no la saben aprovechar. Con respecto a esto, en mi opinión y como experiencia propia, puedo decir que ser estudiante universitario va más allá de pertenecer a una institución o adquirir muchos conocimientos o incluso con la finalidad de obtener un título con respecto a un área del conocimiento, creo que ser estudiante universitario se refleja en la utilidad que se les da a esos conocimientos que nos transmiten, es el hecho de adquirir esos conocimientos y no conformarse con ello sino transmitirlos a otros, ya sea enseñando o permitiendo que sean de utilidad para los demás, en especial para nuestra sociedad también considero como característica de los universitarios el ser analíticos y críticos, pero no sólo criticar, sino también proponer.
Como dice Ramírez (2003), “Ahora bien, no hace falta sólo que la Universidad se llene de pueblo para que cumpla con su función y compromiso social (ya que, eso es únicamente una condición), falta, además, que la Universidad vaya al pueblo; es decir, se necesita que todo lo que produzca la misma (conocimiento, cultura, tecnología, arte, deporte, etcétera) acuda en beneficio de la sociedad cada vez en mayor medida. Una de las formas de vincular a la Universidad con la sociedad consiste en que los estudiantes universitarios realicen su servicio social para coadyuvar a la solución de problemas como salud, desabasto alimenticio, analfabetismo etcétera. Fomentar en el prestador una conciencia de solidaridad con la comunidad a la que pertenece, a la vez que se permite consolidar la formación académica y capacitación profesional”.
Así mismo, podemos ver a la escuela y en este caso a la universidad, no sólo como una institución compuesta de jóvenes, sino como el espacio donde esos jóvenes pueden ir asimilando valores que les permitan participar de manera responsable y satisfactoria en la vida social. Donde los estudiantes pueden poner en práctica la democracia y es en este aspecto de la universidad y su relación con la sociedad que quiero retomar a Ebert (2004) con su definición de Social Democracia, como “la expresión política e ideológica que busca, mediante la participación informada, responsable, crítica e integral de la ciudadanía, edificar un modelo complejo y dinámico de participación incluyente sustentado en la dimensión cultural, social, política, económica y ambiental de la vida institucional y cotidiana de las personas, para llegar a la implementación de políticas públicas adecuadas para generar el bienestar social”, es en esto donde juega un papel muy importante el universitario que se informa, conoce, e informa a otros y de esta manera contribuye con la sociedad, con esa parte de la sociedad menos privilegiada, para poder romper con esa desigualdad.
Por lo tanto, la Universidad pública y gratuita debe inculcar en los estudiantes los valores, principios e ideas de la solidaridad, la cooperación, la libertad, la igualdad, la democracia, el altruismo, etcétera, en contraposición a los de un hombre globalizado (inmerso en un modelo neoliberal) como son el individualismo, el pragmatismo, la competencia, el hedonismo, etcétera. La Universidad debe ser una institución que responda un encargo social, pero no al que pretenden los organismos financieros internacionales, sino al que mejor corresponda a la realidad de los países de América Latina con altos índices de pobreza y marginación, para poder primero hacer un buen diagnóstico de la situación (pues se parte de la idea de que el conocimiento pleno y objetivo de un problema implica gran parte de su solución) y después desarrollar acciones concretas que vayan tendientes a resolver esos problemas (Ramírez, 2003).
Somos seres sociales y de esa manera nos desenvolvemos como estudiantes universitarios inmersos en una sociedad.


REFERENCIAS:


- Alvarado, J. y Garrido, A. (2003). Psicología Social: Perspectivas Psicológicas y Sociológicas. España: Mc Graw-Hill.
- Anderson P. (2003). Sociología . México: UAEM, Librería Universitaria.
- Corder, R. (2000). Los Jóvenes Mexicanos . Evolución y Participación Política . México, Universidad Nacional Autónoma de México.
- Ebert, F. (2004). Foro de Jóvenes para la Democracia Social . México.
- Ramírez, M. A. (2003). Hacia una universidad pública y gratuita para el siglo XXI. México: Ediciones del STUNAM.
- Tedesco, J. C. (1984). El sistema educativo en América Latina. Argentina: Kapelusz.

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