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6/02/2008
VISIÓN CRÍTICA A LA PROFESIÓN DOCENTE
Por: Daniel D. Ventura
En sociedades como la nuestra donde imperan las políticas capitalistas, trabajar parece no ser una elección, no por lo menos, si se desea satisfacer las necesidades que la misma sociedad impone, es decir, los hombres necesitan trabajar para recibir a cambio una remuneración económica y con ello, pagar todo lo que consumen (sean estas necesidades básicas o no); en este sentido, la inserción al campo laboral se ha convertido en una tarea obligada que en su mayoría siguen todos los individuos. Llegado el momento, cada una de las personas buscan de una u otra manera poder emplearse, en el mejor de los casos, eligen donde laborar, y en un panorama más real, trabajan donde los aceptan. De esta manera, resulta frecuente encontrar personas que realizan actividades para las que no están plenamente capacitadas, pero que en la medida de lo posible pueden ejecutar. En un primer momento, pudiera pensarse que este fenómeno es propio de los sectores sociales donde los hombres no cuentan con una formación educativa superior, y que por tanto, encuentran oportunidades de trabajo únicamente en los distintos oficios, no obstante, esta situación no es exclusiva de esta población, ya que los profesionistas también se ven inmiscuidos en este escenario. El caso que aquí interesa abordar es el de los docentes de educación superior, ya que penosamente existen muchas personas cuyo trabajo consiste en estar frente a grupo, pero cuya labor, no es la que desean realizar, están ahí debido a las circunstancias y no por una decisión propia.

Año tras año, egresan de las escuelas de educación superior una innumerable cantidad profesionistas pertenecientes a las distintas disciplinas académicas, como es natural, al termino de su preparación cada uno de ellos ofrecen sus servicios profesionales en los distintos ámbitos laborales, muchos de ellos logran ocupar plazas que van acorde con sus intereses y aptitudes, sin embargo, algunos más no corren con la misma suerte y son rechazados. Debido a que las necesidades económicas apremian, es entonces cuando recurren a solicitar empleos, que aunque no forman parte de sus prioridades, ayudaran a solventar sus gastos inmediatos.

Desafortunadamente, uno de los sectores más socorridos para esta práctica es el campo de la docencia, es precisamente allí, donde algunos egresados encuentran una oportunidad de trabajo. De acuerdo con Lujano (2000), el sistema educativo mexicano experimento en la década de los 60´s y 70´s una gran demanda por parte de diversos sectores sociales que buscaban oportunidades de educación superior, lo que obligó a incorporar recién egresados como agentes educativos en el proceso de enseñanza de las diferentes disciplinas académicas. Se trataba de sujetos, que si bien es cierto poseían conocimientos de sus respectivas profesiones, carecían de una preparación formal en ámbito educativo. En vista de estas condiciones sociales, las escuelas de educación superior admitieron una considerable cantidad de egresados para desempeñar el rol docente en sus aulas, muy probablemente, varios de ellos aceptaron la oferta sin tener una idea clara de lo que implicaba ser docente, pero constituía una buena oportunidad para emplearse. En la actualidad las instancias educativas siguen admitiendo nuevos profesionistas para ocupar las plazas de profesores, y aunque los criterios de selección se han reforzado con la intención de elevar la calidad educativa, es una realidad que no todos los que incursionan en la docencia, poseen un compromiso con la misma. De acuerdo con Vaillant (2006), señala que cada vez resulta más difícil atraer buenos profesionistas para ejercer la tarea frente a grupo, una de las razones más importantes de este hecho consiste en que la paga que se ofrece a cambio, se sitúa muy por debajo de lo que ofrecen otras profesiones, lo que ocasiona que los profesionistas capacitados decidan laborar en otros campos, y como consecuencia, las instancias educativas tengan que recurrir a gente menos preparada.

Obviamente, las consecuencias de esta situación se ven directamente reflejadas en el desempeño docente, es común hallar en las universidades, sujetos que muestran poco interés en su labor y que a decir por su conducta, pareciera que toman la docencia como una actividad de poca importancia para sus vidas profesionales; de hecho, no resulta difícil suponer que en muchas ocasiones están ahí debido a que es el único lugar donde pudieron emplearse, o en su defecto, ocupan la plaza para obtener beneficios particulares y no a favor de la educación. Este tipo de individuos se contraponen rotundamente a la imagen que se espera de un docente, pues lejos de actuar como agentes que facilitan el aprendizaje de los alumnos y promotores del conocimiento libre y crítico, actúan con plena irresponsabilidad anulando el proceso enseñanza-aprendizaje que debe imperar en todas las instituciones educativas. Mucho es lo que se ha teorizado en relación al papel del docente, señalado diversas facetas, funciones y características, pero en términos generales podemos decir que la más importante es que busca el constante perfeccionamiento y calidad de lo que es, de lo que dice y de lo que hace, con la intención de que sus alumnos aprendan a pensar y actuar para solucionar las problemáticas que enfrenta el país, con esto nos referimos a la profesionalización docente (Nuguerza, 2004).

Tomando en cuenta lo dicho hasta el momento, debemos pugnar entonces, por exigir a los docentes en turno, mayor compromiso y dedicación en su labor profesional, concientizar a ellos y a los futuros docentes de la importancia que tiene su labor para el sistema educativo, y por tanto para el desarrollo del país. Por ello, debemos dejar claro que la profesión docente exige un ejercicio verdaderamente responsable, y señalar ante todo, que la docencia debe ser una elección de vida profesional y no una circunstancia de la misma, si alguien decide ser docente es porque cree en la educación y no porque es un lugar donde halló trabajo.

REFERENCIAS

Lujano, C. M. (2000). La docencia, entre la modernidad y la postmodernidad. Tesis de Maestría. Escuela Nacional de Estudios Profesionales Aragón, UNAM.

Nuguerza, G. N. (2004). El proceso de la formación docente en la educación superior hacia una calidad de excelencia. Tesis de Maestría, Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.

Vaillant, D. (2006). Atraer y retener buenos profesionales en la profesión docente: políticas en América Latina. Revista de Educación. No. 340, Mayo-Agosto, pp. 117-140.

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